Muchos alcaldes, gobernadores o presidentes se enfocan en pensar que las ciudades necesitan nuevas líneas de metro, más líneas de tranvías, de teleféricos, de people-mover o de cualquier otro sistema de transporte que sea necesario. Incluso, en ocasiones, se hacen nuevas propuestas de avenidas o autopistas dentro de las ciudades, que pueden ser necesarias por diferentes motivos. Sin embargo, pocos consideran a las ciclovías como una estructura de transporte formal, que puede ser equivalente a una carretera.
Generalmente, las ciclovías son percibidas como una extensión de la carretera. Esto no tiene por que ser necesariamente así. Las ciclovías pueden plantearse como una forma independiente, especialmente en vías rápidas, o también pueden entenderse como una reducción del espacio de los vehículos y una forma de ganar espacio por parte de los ciclistas y los peatones en general.
Una red de ciclovías: obra urbana a gran escala
Hacer una red urbana de ciclovías es una obra de infraestructura relacionada con el transporte, al igual que cualquier otra. Pero no se queda ahí: si se concibe bien y se planifica para durar una generación entera, puede ser una obra a gran escala, comparable con la inauguración de sistemas de metro o de BRT.
No hace falta ir hasta Ámsterdam, la capital de los Países Bajos que es mundialmente reconocida por toda su red de ciclorrutas. En Bogotá, la capital de Colombia, ha habido iniciativas similares y se han consolidado a lo largo del tiempo. La construcción de la red de ciclorrutas de Bogotá es masiva, pues hay más de 30 rutas que agrupan todas entre sí más de 500 kilómetros. Esto agrupa la mayor parte de sectores de la ciudad, en diferentes medidas.
Precisamente las ciclorrutas de Bogotá son una muestra de cómo se puede construir pensando en futuro. La inmensa mayoría de su recorrido actual fue construida en la gestión del alcalde Enrique Peñalosa entre 1998 y 2000. El proyecto apenas tuvo continuidad con los alcaldes Mockus y Garzón, pero se mantuvo y ya diferentes alcaldías no han seguido construyendo. A pesar de eso, la vasta extensión queda y es utilizada diariamente por los bogotanos, porque se pensó como una obra de infraestructura en toda la ciudad y no solo como una extensión de las carreteras en zonas puntuales.
Ciclovías solas no son suficientes
Visto desde el punto de vista de infraestructura, hay que calcular cuál será la posible demanda de bicicletas en la ciudad. En determinadas zonas, no bastará con estacionarlas en lugares externos, sino que será necesaria la construcción de estacionamientos subterráneos para bicicletas. En verdad, se pueden aprovechar los espacios de los estacionamientos subterráneos de coches para así ampliarlos a las bicicletas y conseguir un trato efectivo para todos los conductores.